Parte del conocer a Dios o
caminar con El en la vida cristiana consiste en verle intervenir en nuestra
historia. Encontrarlo en el camino y que nos acompañe. Y la manera en que
nosotros confirmamos ello es porque nosotros vemos señales de su presencia en
nuestra vida. Pensamos que lo que para
muchos es casualidad nosotros lo percibimos como la intervención de Dios
hablándonos a través de señales, de sus señales.
Al
encontrarnos en el texto bíblico con la
historia de la alimentación a las cinco mil personas y a Jesús caminando sobre
el mar observamos que Jesús esta haciendo señales. ¿Qué me refiero con señales?
Me refiero al sentimiento que estaba en el publico observando a Jesús esperando
que el sea el Libertador, esperando que el muestre indicios, una acción o
muchas quizá. Jesús esta mostrando con las señales de milagros y acciones
sobrenaturales quién realmente es.
El
peligro que corremos nosotros al estar atento a sus señales es que
interpretamos sus acciones como nosotros las queramos ver y puede que nuestra
interpretación se quede muy corta.
Los
que fueron alimentados milagrosamente, interpretaron que tal señal solo tiene
que venir del libertador que esperaban con gran expectativa y tomaron la
decisión de hacerle rey. Al menos esa era su intención ya que Jesús se apartó
de ellos.
La
intención de Jesús al saciar los hambrientos estómagos de los que le seguían y
de caminar sobre el agua no era para demostrar su poder.
Cuando
nosotros creemos que Dios/Jesús esta actuando en nuestras vidas, en la vidas de
otros para demostrar su poder, su grandeza, su majestad nos convertiremos en
buscador de señales y haremos un “dios”, al menos lo intentaremos, a nuestra manera que satisfaga nuestro apetito
por observar milagro, tras milagro, tras milagro.
Cuando
observemos esas señales: provisión diaria, sanidades, paz en medio de
problemas, respuestas a nuestras oraciones, etc… debemos reconocer que la razón
por la que Dios actúa así de manera extraordinaria es para mostrarnos de su
cuidado pastoral hacia nosotros. Ese cuidado pastoral tan lleno de gracia que
nos provee: el pan, la compañía en medio de una tormenta y mucho más.



